martes, 25 de septiembre de 2012

Friends: Haciendo historia

22 de Septiembre de 1994 a las 20:30. Anda que no ha llovido desde entonces.
Yo tendría seis añitos por aquelas fechas y probablemente aquel día me habría estado peleando con alguna tabla de multiplicar y casi seguro que había enredado con mi hermanito pequeño saliendo alguno malparado.
Ignorante que en aquel momento, acababa de nacer uno de los mayores fenómenos televisivos de todos los tiempos.
Tendrían que pasar unos años cuando antes de irme al colegio cada tarde, veía la antigua Canal+, que normalmente codificada, mostraba una serie con risas de fondo cuyas bromas mi mentalidad infaltil no lograba entender del todo.
Siguieron pasando los años y una sintonía se hacía común en las sobremesas de mi casa: " Ail bi der for yu nananana..." Empezaba Friends!!
Tarde tras tarde todos nos quedábamos pegados 30 minutos al televisor y era el único programa de la televisión con el que toda la familia nos poníamos de acuerdo. No había discusión. Por la tarde se veía Friends ¡y punto en boca! Y si un día te perdias un episodio ¡No pasaba nada! Reponían la serie una y otra vez como si el ciclo de la vida del Rey León se tratase.
Poco a poco Joey, Mónica, Chandler, Ross, Phoebe y Rachel se integraron en nuestras vidas. Reíamos a carcajadas con las meteduras de pata de Joey, coreábamos a Phoebe cuando "cantaba" su Smelly Cat, nos quedamos a cuadros cuando Mónica y Chandler amanecieron juntos en Londres y deseábamos por todos los medios que Ross y Rachel permanecieran juntos.
¡Por amor de dios! ¡Estaban en un descanso!
Pero no sólo ocurría en mi casa. Decenas de hogares en todo el mundo seguían las aventuras y desventuras de los seis newyorkinos, mientras debatían sobre sus problemas sentimentales sentados en aquel sillón aterciopelado bebiendo un café en el Central Perk.
El final de la serie reunió delante del televisor a millones y millones de espectadores en todo el mundo, cifras que sólo serían superadas por el desenlace de Perdidos.
Hoy en día tengo mi edición de coleccionista de DVD's y me encanta verlos de vez en cuando. Si tienes un mal día, mírate algunos capítulos de Friends y podrás reirte a carcajadas.
Y es que Friends fue una serie innovadora para principios de los 90. Trataba temas tabú para muchas personas como los divorcios, la homosexualidad, los follamigos o las infidelidades. Y lo hacía con toda normalidad. De no ser por algún peinado hortera, algún estilismo con hombreras, los zapatófonos que llamaban móviles y la visión de la Torres Gemelas en las primeras temporadas, la serie podría haberse grabado antes de ayer. Es una serie que ha envejecido muy bien y sigue enganchando año tras año a nuevas generaciones que empezarán a descubrir el porqué de que Chandler odie el Día de Acción de Gracias o el porqué los padres de Mónica y Ross siempre lo quisieron más a él ¡Era un milagro médico!
Generaciones que abrirán la boca desencajando su mandíbula cuando Ross confunda el nombre de su novia en el altar o que intentarán superar en vano "El Numerito". Jugarán a Engatusados, intentarán construir su propia casa de muñecas con sala aromática, verán desde sus balcones al tío feo gordo desnudo y si algún día tienen un mono, dad por sentado que se llamará Marcel.
Hoy en día tengo 24 años y sigo viendo con la misma ilusión los mismos capítulos y aún sabiendo lo que va a ocurrir, siguen arrancándome una sonrisa y más de una carcajada. ¿Se reunirán en el vigésimo aniversario? Ojalá.
Hace ya 18 años que Rachel entró en una cafetería vestida de novia buscando a su antigua amiga del instituto.
18 años después, cada uno de esos seis newyorkinos todavía viven dentro de cada uno de nosotros.
Sólo me queda decir:
¡OH.....DIOS....MÍOOO!


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